Navidad es una época que nos apasiona, por el bullicio que despierta en la residencia y la ilusión de tener las familias, padres, hijos, nietos y consortes, aquí reunidos en los días festivos, los previos de preparación y los de las vacaciones navideñas. Las visitas siempre son bienvenidas y más en esta época del año que nos invade la felicidad y la contagiamos a lo largo y ancho del barrio de Horta.
Somos un hogar que se emociona con la llegada de la Navidad
En estas fechas no hay medias tintas. Ni díscolos que rehuyan los villancicos y las decoraciones navideñas. Lo apostamos todo a caballo ganador: creemos en la magia de los reyes, la tradición del «cagatió», las visitas de los parientes y las felicitaciones de año nuevo de los casi desconocidos.
Pero esta motivación no llega de un día para otro. Es un plato que se va cociendo desde primeros de diciembre. El pistoletazo de salida lo da la visita de la coral «Manuel de Falla» para cantarnos la misa de Navidad. A mediados de mes, visitamos la «fira de Santa Llúcia» y nos recorremos Barcelona para criticar juntos las luces de Navidad. Eso como actividades extraordinarias, pero a diario ya estamos preparando la decoración navideña, que aunque ya tenemos las cajas guardadas de cada año, nos gusta poner algo nuevo para sorprender.
¿Quién dice que sólo los niños esperan el cagatió?
Pero el momento culminante llega cuando después de tener el cagatió calentándose y comiendo mandarinas durante algo más de tres semanas, explota con regalos para todos: familiares, residentes, acompañantes… Luego todo ocurre de la forma prevista y sin sobresaltos: la comida de Navidad, la cantata de villancicos de la Parroquia de Sant Joan d’Horta la víspera de Año Nuevo, la vista de los Reyes Magos para repartir los regalos más esperados.
Hay quién se preguntará si hay tiempo para el reposo, para digerir tanta emoción seguida y tanta comida navideña. La realidad es que cada uno se lo toma como puede y quiere. La participación en todos los actos es voluntaria, aunque es difícil renunciar a tanta alegría, aunque sea sólo para ver las caras de ilusión de los más pequeños de la casa junto a los más mayores.