Cuando se dispone de un jardín como el nuestro, es como disponer de una mina de oro que hay que aprovechar al máximo. Es grande o muy grande si lo miras con los ojos de los niños que nos visitan a diario. Es floral, de eso se ocupa Milka que tiene a raya las malas hiervas y mima como nadie las múltiples especies que florecen a distintas épocas del año. Es íntimo, aunque sea enorme difícilmente se puede echar una ojeada desde la calle porque simplemente queda detrás de la residencia.
Como convertir un jardín de una residencia para la tercera edad en la envidia de Barcelona
Primer uso: sala de fiestas
Todavía no entendemos porque Sonar o Primavera Sound no se celebran aquí. También es verdad que quizás deberíamos dar las gracias por ello. Para compensar, hacemos nuestras propias fiestas como la Revetlla de Sant Joan, Sant Pere o la celebración del 34 aniversario, que ya nos toca este año.
La barbacoa es un plus. Sabemos que cuando la encendemos somos la envidia del barrio de Horta, por eso cada año invitamos a nuestros vecinos y conocidos en la fiesta de nuestro aniversario, para que todo el mundo pueda disfrutar de lo que se cuece.
Segundo uso: huerto urbano
Ya se sabe de la afición de los jubilados y los huertos. Parece que últimamente con el carné de la jubilación vaya unos metros de tierra para cultivar lechugas y tomates.
Pues en una residencia de la tercera edad esto no puede faltar, además el huerto debe de ser practicable, nada de agacharse para comprobar la humedad de la tierra, que los achaques pasan factura. Los huertos en Masdeu Hogar están elevados con una estructura para poder echarles mano cómodamente.
Tercer uso: gimnasio al aire libre
¿A quién no le viene a la cabeza esas imágenes de personas ya mayores haciendo posturitas en los parques de Japón? No llegamos a tanto porque el Tai Chi está aun por llegar a la residencia, aunque Sophie, la que hemos bautizado como nuestra entrenadora personal en la residencia, le saca todo el provecho del mundo en sus sesiones matinales de gimnasia.
Además el recorrido del jardín favorece la actividad física porque está concebido como un circuito para pasear. Cuestión de tiempo que no tengamos un runner entre nosotros.
Cuarto uso: siempre hay un más allá
Como en cuarto milenio, todo es imprevisible. Cuando nos visitan los chicos de los esplais, algo que ya viene siendo habitual, vemos en sus ojos las ansias de salir al jardín. Si además les proporcionamos una pelota, ya la tenemos liada. Tenemos que confesar que hemos jugado al escondite alguna vez.
En la residencia lo llamamos el jardín verbenero, porque además de saber como pasarlo bien, nunca se sabe por donde te saldrá la próxima vez.