¿Hacia una sanidad más social?
Recientemente leíamos un artículo en el períodico ara.cat que publicaba las conclusiones sobre el reciente estudio, aun sin terminar, sobre un nuevo modelo de atención a la dependencia por encargo de la Generalitat de Catalunya.
Sin tener que entrar en detalles, los titulares de este estudio están claros: nos acercamos a una era más social que sanitaria, más basada en la persona que en los centros e instituciones, en fin, un cambio de paradigma sobre lo que estamos acostumbrados los que disfrutamos de la sociedad del bienestar en lo que se refiere a los asuntos de salud.
La integración de los dos sistemas, social y sanitario, deberá comportar una organización coordinada de todo lo que se refiere al historial médico, los agentes sanitarios (primaria, hospitales, curas domésticas) y los trabajadores sociales. Se deberá crear la figura del tutor y se organizará desde la proximidad, por lo que los ayuntamientos cobrarán de protagonismo
Un ejemplo a seguir, el modelo escocés
El modelo ejemplar sobre la atención a la dependencia se define a grandes rasgos por:
- Una atención integrada social y sanitaria.
- Una ley de corporaciones locales públicas que obliga la integración orgánica, funcional y presupuestaria de la mayor parte de los servicios de salud con los servicios sociales.
- Modelo liderado por los ayuntamientos y en concreto, por los médicos y trabajadores sociales, simplificando estructuras y después rindiendo cuentas de resultados.
- Se potencia el papel de las familias y se ofrecen mecanismos para ayudarlas de forma real, es decir, para que puedan implicarse más en los cuidados del familiar dependiente.
Por lo tanto, nos alegramos que el modelo siga la linea que nos hemos marcado en Masdeu Hogar. Tenemos que priorizar el bienestar de las personas y organizar los servicios en función de ello. Esto solo se consigue con coordinación y consenso de todos los profesionales que intervenimos y con la capacidad, de vez en cuando, de despojarnos de nuestra faceta profesional que a menudo impide empatizar, para comprender las necesidades, a veces contradictorias, de las personas cuando afrentan situaciones de dependencia.
Sin embargo, se nos presentan algunos retos delante el cambio de paradigma, que tenemos la obligación de superar para que el sistema no tienda a acentuar las desigualdades ya manifiestas entre los usuarios de los programas de dependencia:
- La financiación actual está sometida a recortes y contención de gastos. Sólo avanzaremos si liberamos recursos económicos de los sistemas actuales, si traspasamos recursos de los hospitales a la primaria y dotamos de presupuesto a los servicios sociales.
- La atención domiciliaria es un arma de doble filo. Por una parte es más cómodo para el usuario y más económico para el sistema, pero por otro lado se está negando pruebas diagnósticas y atención especializada.
- Las familias están actualmente sobrecargadas. Existe el peligro real de confundir la atención primaria con la sobrecarga de los cuidadores informales. Con lo que deriva a la desatención de los dependientes y sus cuidadores.
- El modelo a definir tendría que ser un modelo donde quedara claro, delante de una misma situación, que la persona dependiente recibirá los mismos cuidados donde decida establecerse (en casa o en una residencia).